“Fiers et Forts”, en español “orgullosos y fuertes”, es un centro para menores de edad situado en la localidad de Tameslouht, a unos veinte kilómetros de Marrakesh.
Madame Madou (como la conocen en el pueblo) es el alma mater del centro y toda su bonhomía se respira a lo largo y ancho del mismo. Comenzó en un garaje, como muchas de las «grandes ideas” de este planeta, pero su dimensión y su alcance van mucho más allá de aparatos o buscadores de internet…
Junto con un numeroso equipo de educadores sociales, cocineros y jardineros, Mme. Madou y su hija gobiernan a un nutrido grupo de menores provenientes de todos los rincones de la zona. Según nos contó Jeremy, un joven francés que está trabajando como educador en el centro, los niños que allí residen provienen en su mayoría de familias con falta de recursos, madres solteras, etc. Allí, en el centro, reciben un hogar.
Nos contaba Jeremy que por las mañanas acuden a sus clases en el colegio del pueblo y por las tardes vuelven al centro y se ocupan de diversas tareas. Ayudan en el cuidado del jardín, realizan danza y teatro, echan una mano en la cocina y en la limpieza y, sobre todo, juegan. Tienen amplios espacios donde correr y jugar y un campo de fútbol y de baloncesto en el que se respira una profunda paz.
Nuestra visita coincidió en domingo, por lo que no pudimos disfrutar del alboroto y la algarabía propias del centro en los días lectivos… Tampoco pudimos charlar tranquilamente con Mme. Madou, pero Jeremy fue un perfecto anfitrión y con él pudimos compartir impresiones y conocer mejor su labor en la zona.
Según nos comentó Jeremy, el centro había sido construido hacía tan solo dos años, todo gracias a aportaciones privadas que año tras año habían peleado por conseguir. La financiación es puramente privada, no reciben fondos de ningún organismo público, por lo que cualquier donación y cualquier esfuerzo en conseguirla merecen la pena.
En los próximos años aspiran a ser autosuficientes en el consumo eléctrico y en el consumo de hortalizas. Para ello cuentan con un amplio jardín cuidadosamente plantado y mantenido con mucho mimo. También, tienen una pequeña granja con ovejas, cabras y gallinas para que los chicos y chicas conozcan el cuidado y respeto de los animales domésticos.
Nosotros quisimos contribuir a su labor aportando material escolar –donado por Gráficas Llogodí– y un paquetito de ropa que nos enviaron Joaquín y Elena desde Barcelona. Ellos estuvieron allí hace unos meses y también fue muy positiva su experiencia.
Aunque nos costó trabajo llegar y aun más salir, la experiencia mereció la pena. Tan solo las caritas de los niños, la forma en que nos chocaban la mano o los abrazos que nos dieron merecieron esas horas de vagar por caminos y de preguntar donde se encontraba el centro de Mme. Madou.
Pouponnière de Dakar, allá vamos.