Cartas a Macarena V

20 de abril de 2018

Querida Maca,

¿Cómo estás? Cuánto tiempo sin escribirte, ¿verdad?

Te escribo justo un año después de mi primera carta, la primera carta de este viaje y de esta vida de viaje… ¿La recuerdas?

Maca, ¿te das cuenta de lo poco que dura un año? ¿De lo rápido que pasa? Y pensar que cuando estábamos en el instituto y alguno de nosotros repetía y perdía un año ¡era todo un trauma! ¿Verdad? Era un problema gordo gordo porque aquello significaba que tendría que ir con los de un año menos (¡con los pequeños!), en la misma clase que ese año (puede que hasta en el mismo piso) y volver a dar lo mismo… Menos mal que no tenía que volver a comprar libros nuevos, aunque ahora seguramente los cambien también.

Y ahora, cuando eres mayor, te das cuenta de que ¡un año no es nada! Pero, ¿cuántas mentiras no nos cuentan? ¿Cuánto miedo no nos meten sobre el tiempo y el paso del tiempo? Voy a contarte un secreto: aquí, desde donde te escribo, el tiempo no existe. Es eterno e infinito… Lo que ven mis ojos es una escena latente, permanente, solo alterada por el movimiento de los animales y de las nubes. Ni tan siquiera para los San, los milenarios habitantes del Kalahari, el tiempo existe…

Entonces, ¿para qué tanto agobio con el tiempo? ¿Para qué tantas prisas siempre? Si el tiempo se emplea en el trabajo nunca es suficiente, nunca es demasiado (salvo cuando ya te has jubilado y miras hacia atrás). En cambio, tómate tu tiempo para relajarte, disfrutarte, aprender (y aprenderte), leer o simplemente para no hacer nada y verás… Verás la acuciante presión de tu alrededor y de ti misma, de tu interior gritándote: -“¡no pierdas más el tiempo!”.

Pero yo creo, Maca, que el tiempo no se pierde, el tiempo fluye, pasa, discurre ante nosotros y somos nosotros quienes decidimos si ser felices durante ese breve instante o no. Y así durante cada instante de nuestra vida. Nosotros tenemos la posibilidad de decidir cómo lo queremos vivir, cada uno a su manera, a su ritmo, sin sentir que perdemos años o que avanzamos más rápido que el resto. Eso son bobadas, invenciones para tenernos amarrados y controlados.

Al viajar sin prisa me he dado cuenta de lo mal que empleamos el tiempo, de lo mal que lo empleaba yo anteriormente. Y es que, como decía, siempre vamos sin tiempo para lo que es realmente importante, dedicándole demasiados minutos, demasiada atención a cosas banales, innecesarias. Y me refiero, sobre todo, al tiempo que dejamos de compartir con las personas a las que verdaderamente amamos y nos aman… Esas conversaciones perdidas, esas palabras no dichas, los abrazos no dados y las miradas no encontradas… Ese tiempo que ya no volverá jamás.

Pero, ¿por qué no nos enseñaron todo esto cuando éramos pequeños? ¿Por qué, Maca? Sólo nos enseñaron datos, letras, números, conceptos, fórmulas, teorías y teoremas o vocabulario. Y si no lo aprendías, repetías y perdías turno, sin más. En lugar de enseñarnos que lo importante no es ser el primero ni el mejor, sino ser buena persona y tratar de ser feliz, seas lo que seas. Porque la vida sólo se vive una vez.

Hace poco coincidimos con una pareja de profesores jubilados, John y Pill, a los que les llamó la atención Rocinante y nuestro viaje. Después de charlar un rato con ellos decidieron invitarnos a comer. Durante la comida, hablamos largo y tendido sobre educación, viajes o la vida misma. Y hubo una frase que John nos regaló y que siendo cortita, resume muy bien una gran idea: be nice or go home. Es decir, sé buena persona o vete a casa. Y ya está. Nada más. Eso es lo que tenemos que enseñar.

Y al igual que ellos, nos hemos cruzado durante este año a muchas personas, muchas. Muchos viajeros, la mayor parte jubilados, que siempre nos repetían lo mismo: vivid la vida al máximo y sed felices. Nos miraban con brillo en los ojos, ese brillo con el que miran los abuelos a sus nietos cuando se sienten profundamente orgullosos de ellos. Así, decimos que tenemos abuelos y yayos por toda África. Personas que nos han invitado a sus casas y nos han regalado mensajes y aprendizajes hermosos, cargados de experiencia, de amor y de sabiduría.

Pero a su vez, nos han escuchado, se han sentido atraídos e identificados por dos jóvenes que se lanzaron a cumplir un sueño. Dos jóvenes que en la sociedad establecida de la que provenían eran unos locos y unos atrevidos por lanzarse a viajar sin más, sin pensar en el trabajo, en el tiempo, en su futuro o en el dinero…

Y es por eso que ya no sé, Maca, si viajar rejuvenece o envejece… Y creo haber llegado a la conclusión de que suceden ambas cosas a la vez: siento que mi cuerpo rejuvenece, mis músculos, mis instintos, mis sentidos se mantienen siempre alerta, dispuestos a vivir una nueva experiencia cada minuto, a empaparme de emociones, luz, color, sonido en cada momento del día y de la noche… Mientras que mi alma reposa lo vivido, lo absorbe y lo almacena, se enriquece y siente la necesidad de compartirlo, de contarlo y de enseñarlo. Al igual que hacen los abuelos con sus hijos y sus nietos.

Esos mismos abuelos a los que no les dedicamos el tiempo que merecen, no les escuchamos atentamente, no les prestamos atención y no les abrazamos lo debido hasta que es demasiado tarde y se marchan… Dejándonos un hueco en el corazón, un vacío en nuestro yo más hondo y una lección aprendida: tenemos que dedicar nuestro tiempo a lo que nos haga realmente felices.

Te quiero,

Rosalía

PD: aunque sigo siendo la misma creo que miro a la vida desde otro prisma. Ya no espero a que la vida se suceda delante de mi según lo establecido. Ahora soy yo la que decido sobre ella y decido que la quiero vivir de la manera más feliz posible…

0 comentarios en “Cartas a Macarena V”

  1. Gran lección Rosalía. Y no se justifica el no ponerla en práctica diciendo que hay que salir…Mi casa es mi mundo y mi familia y amigos, sus habitantes. Gracias por hacerme reflexionar con vuestras experiencias.

  2. Agradezco tu mensaje con el q estoy muy d acuerdo. Internet fue mejor escuela para mi q mi centro d estudios…pq decidí li q queria aprender yo mismo, vi muchas vidas alternativas o posibilidades tb. Nacemos en éste con mucha influencia externa d la q casi nadie escapa d niños. Algunos lo hacen y alli está su felicidad, cada uno la suya propia. Me gusta mucho la palabra «alternativo/a». En la escuela nos enseñan a ser un poco maquinas, a ser mejores d una manera insana. Me gustan mas ejemplos como Thoreau (Walden), las escuelas libres. Creo q la felicidad está en un viaje al interior, a conocerte, a saber lo q te va, a ser mejor persona o mas solidario, compartir..q no en las cosas materiales. Insistir, ser valiente, arriesgar, darte libertad, decidir x ti mismo…eso lleva a sentirte mas pleno y creo q a vivir mejor. Bueno, me tengo q ir y casi no puedo escribir. Un saludo cordial…y felicidades 😉 x ser tan majos y ejemplares.

    1. Gracias Agustí. Así es, nos enseñan lo que más conviene, pero no lo que nos hace más libres y felices. Está en nosotros darnos cuenta de ello y luchar por conseguirlo. Un fuerte abrazo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *