Lo siento. Lo siento de verdad si hay alguien que pretende buscar alguna fisura. Si hay alguien que intenta encontrar un ínfimo resquicio en mí con el que poder satisfacer su propio vacío, sus dudas, tal vez su insatisfacción. Su miedo. Poder decirse por dentro: -“¿ves? Tampoco es oro todo lo que reluce. Todos tenemos problemas. Ya sabía yo que tampoco era tan fácil eso de dejarlo todo y a vivir la vida”. Y sentirse así mejor, alimentando sus excusas para no profundizar dentro de sí mismo y preguntarse por qué no está llevando a cabo sus propios sueños…
Si existe ese alguien lo siento de verdad por él. Porque yo estoy seguro. Seguro como nunca en mi vida. Tengo claro lo que quiero hacer y el rumbo a seguir. Sólo tengo que poner lo que hay dentro de mí para llevarlo a cabo. Y eso es fácil. Lo más fácil del mundo: poner en práctica lo que te dicta el corazón. Lo difícil es lo contrario, hacer casi siempre lo que no quieres hacer, lo que te indican. A lo que te obliga la sociedad, los conocidos, el dinero, las preocupaciones y las obligaciones…Hacer siempre lo que está bien y olvidarse del resto. Pero si es tan sencillo, ¿por qué le damos la espalda a nuestros sueños? ¿no queremos acaso ser felices? ¿qué ocurre en nuestro interior?

No lo sé. Lo único que tengo claro es que estoy decidido y creo en mí, en Rosalía, en nosotros, en nuestro proyecto. Y eso me libera del miedo. Mi mente no puede pensar más allá. No puede centrarse en el “después de”. En qué ocurrirá tras nuestro encuentro con la Madre Tierra. No puedo preocuparme por algo tan incierto. Sólo puedo pensar en satisfacer mis ansias de libertad. De libertad extrema. Sin ataduras de tiempo ni de lugar. De darle a mi cerebro los conocimientos que ansía. De llenar mi alma de amor y mi espíritu de sensaciones, colores y olores que me eleven. “He decidido hacer lo que me gusta porque es bueno para la salud”, decía Voltaire. Personalmente, no puedo ver la vida de otra manera.
En cualquier caso, ¿cómo voy a saber quién seré yo a la vuelta? ¿es que acaso no va a modelarme el propio camino? ¿las gentes, plantas, animales, colores, músicas y formas que nutran mi ser? Como a todos y cada uno de nosotros, nómadas o establecidos, nuestro camino no es siempre recto, ni curvo, ni llano, ni empinado. Es simplemente cambiante. Al mismo tiempo que nos va cambiando y modelando a nosotros mismos, a nuestros valores. Con él cambia nuestra forma de pensar y de ver la vida. Y como tal vamos amoldándonos a ello, nos hacemos parte del camino. Un camino que a todos, a cada uno de nosotros, nos hace ante todo más sabios.

Por tanto, personalmente no puedo preocuparme por el futuro. Y creo que TÚ tampoco deberías hacerlo. Pues no somos tan poderosos como para decidirlo todo sobre algo tan inmenso. Somos algo mucho más humilde…Eso sí, tan grande como para poder colmarnos de decisión, valor y autoridad. Tenemos el poder de creer en nosotros mismos hasta el infinito y más allá. De vivir el presente. De parar, respirar y volver a respirar, y preguntarnos así quiénes somos, hacia dónde queremos ir, qué nos hace felices…Lo que sigue, como decía al principio, es fácil. Lo más fácil del mundo: sólo hay que poner en práctica lo que te dicta el corazón.